Crónica cuenta el origen de la caja de emenda ventilada en Brasil

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- 15/08/2016

Por Joaquim Fanton*

Cuando comencé a trabajar en Telebrás, la división de ingeniería funcionaba en el primer piso del Edificio Embajador, en un pequeño conjunto, constituido por sala y baño. La sala poseía seis mesas y un tablero. Por suerte, el baño tenía un box para la ducha. En esa época, no había computadoras personales. Escribíamos resúmenes y memorandos. En casos especiales, la secretaria de la división mecanografiaba. Los documentos eran guardados en archivos que se guardaban en el baño.

Una bella tarde, el teléfono sonó. El general Alencastro quería hablar conmigo. Entre yo y él, había dos niveles intermedios, pero la organización de esa época seguía estándares del Ejército, donde el oficial superior habla directamente con cualquier subalterno, en cualquier momento. Subí las escaleras corriendo. El presidente me entregó una caja de conexión. Esta estaba siendo usada en la red externa de una empresa del interior de São Paulo recientemente comprada por Telebrás. El fabricante, amigo del ministro, quería que la caja fuese analizada, para ser adoptada en el sistema Telebrás.

Un año antes, al servicio de Telesp (operador de telecomunicaciones en São Paulo), yo había permanecido en los Estados Unidos por doce semanas. Durante aquel período, conocí productos y prácticas de construcción utilizados en las redes americanas. Estuve en California, Virginia, Nueva York y Ohio. Al final, traje conmigo diseños, especificaciones, manuales y muestras de muchos materiales. Durante mi paso por Chicago, había visitado Cook Electric en Morton Grove y Reliable en Franklin Park, empresas que fabricaban accesorios de redes. Conmigo, había venido también una caja de conexión parecida a la de la foto al lado.

Una de las primeras medidas que tomé en Telebrás fue crear un grupo de trabajo para desarrollar una caja de conexión brasileña. El grupo contaba con representantes de varias operadoras. La coordinación técnica era de la ingeniera Rosa Cruz Ferreira, que trabajaba en el Laboratorio de Desarrollo de Telerj (operador de telecomunicaciones en Rio de Janeiro), una profesional altamente capacitada.

El día que recibí la caja de las manos del general Alencastro, el grupo estaba casi cerrando los trabajos. Yo conocía todos los puntos importantes del proyecto: fijaciones, anclajes, vinculación eléctrica, cierre, huecos para fijación de bloque terminal, entradas de cables, entradas para alambres drop, abrazadera anti-retracción, etc. Inspeccioné la caja y concluí que, para ser aprovechada, debería recibir cerca de diez mejoramientos. Después, mandé a guardar la caja en el box del baño, obviamente.

Días después, al final de la tarde, recibí la visita del empresario, que vino acompañado de dos hijos, uno de ellos ingeniero recién graduado. Cogí la caja en el baño y la abrí en mi mesa. Los visitantes se sentaron frente a mi, bien apretaditos. De forma didáctica, fui apuntando, uno a uno, los detalles a ser incluidos. Terminado cada tópico, los visitantes se manifestaban, confirmando que habían entendido, y uno de ellos iba anotando en un cuadernito lo que debía ser hecho. La reunión duró más de una hora. Al final, fue establecida una fecha límite para que me trajeran una nueva muestra modificada. Fue entonces que saqué de la gaveta el diseño de la caja de emenda ventilada (CEV) de Telerj, una copia mejorada de la caja traída de los EUA. Comenté que el proyecto previa todos los detalles que habíamos repasado y sugerí que llevasen el diseño y que hicieran un estudio comparativo de las dos cajas. Dejé claro que tendrían libertad de continuar con su caja, siempre que esta fuese modificada para cumplir nuestras especificaciones.

Fue cuando uno de ellos se acordó de otro compromiso. Una cena con el ministro. ¡En la despedida, los tres me agradecieron mucho! En la mañana siguiente, bien temprano, el teléfono sonó. Era el director técnico, que me pidió que fuese urgentemente para su sala.

- Fanton, ¿que estuvo haciendo ayer por la noche? El ministro llamó al general, que me llamó. ¡El empresario que estuvo con usted ayer por la tarde dijo que un mocoso contratado por Telebrás había echado su caja en el inodoro! El ministro me mandó despedirte.

Con la conexión debajo del brazo y el director técnico al lado, fui hasta la sala del presidente. Les repasé punto a punto a los dos todo lo que había sido dicho al inicio de la noche anterior. Cuando terminé, el general llamó al ministro.

- La reclamación no procede, el “mocoso” que trajimos de São Paulo tiene razón. ¡La caja del hombre no tiene condiciones!

No sé si hubo una conversación posterior entre el ministro y el empresario, pero me imagino que si. El hecho es que él decidió producir nuestra CEV.

Una vez en producción, tuvo mercado rápidamente. Con el tiempo, aparecieron otros fabricantes y el producto sufrió algunas actualizaciones. 

Varios años después, me crucé con el hijo ingeniero del empresario en un evento promovido por mi división en una capital del nordeste. Nos encontramos por la noche, en una cervecería de la playa. Comenzamos a tomar cerveza y, a las tantas, con la lengua suelta por los efluvios alcohólicos, él acabó admitiendo:

- Fanton, usted es una buena persona y nosotros quisimos perjudicarte. Le dijimos al ministro que usted había echado nuestra conexión en el inodoro. Pero usted lo tenía que haber hecho de verdad. Nuestra conexión realmente era una porquería.

Cuarenta años después, la CEV continúa siendo usada. ¡Un verdadero fenómeno!

Para confirmar, sólo se debe digitar “caja de emenda ventilada” en Google. Van a aparecer decenas de ofertas y fabricantes. Claro que aparecieron innumerables alternativas en el mercado. Algunas traídas por operadoras internacionales que llegaron con la privatización. Pero estas son más sofisticadas y, consecuentemente, más caras. Están en uso porque un determinado cliente así lo decidió.

En mi opinión, la CEV continuará siendo usada mientras existan los cables aéreos metálicos.

Antes que lo olvide, en el viaje a los EUA en 1973, un gerente de cabellos blancos me enseñó una regla de oro. Cuando alguien le ofrezca una novedad tecnológica, haga dos preguntas: ¿es mejor? ¿Es más barato? 

Dos respuestas afirmativas: adopte el producto sin miedo. Un único no: ¡olvide el asunto y trate de quedarse con lo que tiene!

*Joaquim Fanton es un ingeniero eléctrico de la Universidad Federal de Paraná (UFPR), con 38 años de experiencia en redes ópticas. Él fue un ingeniero de redes de la Compañía de Telecomunicaciones de Paraná (Telepar), de Telecomunicaciones São Paulo (Telesp), Telebras y el Centro de Investigación y Desarrollo en Telecomunicaciones (CPqD). En la actualidad, se desempeña como consultor de la RNP y participa en la implementación de redes metropolitanas de fibra óptica, bajo el Programa de Ciudades Digitales. Al caminar por el campo, acumuló historias que serán compartidas en este sitio web.[[{"fid":"6621","view_mode":"default","fields":{"format":"default","field_file_image_alt_text[und][0][value]":"Fanton","field_file_image_title_text[und][0][value]":"Fanton"},"type":"media","link_text":null,"attributes":{"alt":"Fanton","title":"Fanton","height":653,"width":641,"style":"width: 100px; height: 102px; float: right;","class":"media-element file-default"}}]]